Cuentacuentos: el ocaso de un pueblo

Habían sido aliados, incluso exploraron juntos la mítica Arfloj, la fortaleza enana más profunda jamás construida, en ese momento abandonada. Negerod VII y Brimi: el hijo de un rey enano y su guardaespaldas, aventureros contra las expectativas de su rígida sociedad. Ciro, un ambicioso mago humano. E Yrsa, una roden (mujer rata) en busca de una máscara sagrada para su raza. Juntos, combatieron a los orcos que todavía saqueaban lo que quedaba de Arfloj, saquearon ellos lo que pudieron, y averiguaron algunas cosas sobre el misterioso abandono de aquella fortaleza enana.

La entrada a Arfloj
Pero eso fue el pasado. Negerod volvió a Tonnhofn, defendió su honor, ganó el perdón de su padre y aceptó las obligaciones que le correspondían como noble, lo mismo que Brimi. Yrsa, con la máscara sagrada en sus manos, fue llevada por Ciro a unir a los dispersos clanes roden, y eventualmente fue elegida por ellos como su reina, aunque sentía que la corona (la máscara, en realidad) le quedaba un poco grande. El grupo se había separado.

Un evento los reuniría pronto: un tío de Negerod fue asesinado, y se encontraron pistas que conducían hacia un clan roden de mercenarios asesinos. El príncipe tomó como suya la responsabilidad de vengar esa muerte, pero debían actuar con cuidado: rumores llegaban del oeste sobre la unificación del pueblo roden, sobre una reina que los conduciría a la gloria. Entretanto, Ciro y Yrsa intentaban ganar poder en Rawdr-fold, la ciudad más grande conocida, y un caos absurdo en el que todas las razas intentaban convivir sin un gobierno.

El encuentro se dio en una plaza de Rawdr-fold, haciendo justicia a su fama de punto de encuentro para todo ser capaz de hablar en aquel mundo subterráneo. Justo en aquellos días tenía lugar un carnaval orco bastante sangriento, como lo era todo aquello en que participaran los pieles verdes. La pequeña comitiva enana pasó casi desapercibida mientras interceptaba en la plaza a Ciro e Yrsa, quienes se encontraban allí todavía. Los súbditos de la reina no tardaron en llegar, mientras los cuatro protagonistas de esta historia se encontraban. A la sorpresa inicial de Negerod, por conocer la identidad de la reina roden, siguieron los reclamos de venganza. Yrsa tenía relaciones tensas con el clan de asesinos, quienes habían asesinado al tío del príncipe enano algo antes de que ella los unificara. Pero decidió que su responsabilidad hacia los roden era más importante que cualquier otra cosa, y defendió a sus súbditos.

Pronto la discusión inicial escaló hasta los gritos, y nuevas diferencias salieron a la luz: Yrsa acusó a los enanos de esclavistas, Negerod exigió que ella o los responsables lo acompañaran a Tonnhofn para someterse a juicio. Alrededor de ellos, orcos borrachos corrían por las calles, peleaban entre ellos o molían a palos a cualquiera que se aventurara fuera de su hogar durante su fiesta sagrada.

Probablemente el dios de los orcos animó al primero de los enanos que alzó su hacha, y el resto lo siguió. Para Ciro, Yrsa y los roden, había empezado una batalla desesperada por su supervivencia. Para los enanos, comandados por Negerod y Brimi, una carnicería, que terminó con las cabezas de Yrsa y Ciro en estacas. El sueño de un pueblo roden unificado no había durado más que unos meses.
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20 años después, Negerod gobernaba sobre una nueva Arfloj que crecía poco a poco, a pesar de las dificultades. Los roden eran un pueblo moribundo, ya no existía ningún clan en pie, y sólo sobrevivían unos pocos individuos, algunos de los cuales eran hospedados por Negerod en su fortaleza, tal vez por culpa.

Pero la maldición de las profundidades podía incluso contra la tenacidad enana, y una mañana algunos menores desaparecieron misteriosamente. Unas criaturas extrañas sin ojos parecían haberlos guiado hacia las profundidades. Negerod y Brimi decidieron formar una nueva comitiva, esta vez para descender allí donde pocos habían ido antes. ¿A dónde los llevaría este nuevo viaje?

Hay dos cosas que me interesaba comentar sobre este relato basado en una campaña de Burning Wheel:

1- El momento en que dos pjs se enfrentaron contra los otros dos del grupo (lo que se suele llamar PvP) fue muy intenso a nivel juego, los jugadores lo rolearon hasta apasionadamente, diría, y si bien fue un poco fuerte que dos pjs murieran, también fue un momento memorable y nos dejó con muchas ganas de seguir la campaña. Como ya expuse en otra entrega de Cuentacuentos, creo que no hay nada mejor que un jugador para interpretar a un villano o enemigo, los jugadores se comprometen mucho más con la "adversariedad" de su pj que un GM, y le dan mucha más vida que la que podría tener como pnj.

2- En esta campaña se nos ocurrió, al finalizar las primeras 7 sesiones, cerrar la "temporada", jugar otra campaña mientras tanto, y al retomar dejar pasar unos 25 años en la ambientación. Esto sirvió para que las consecuencias de lo ocurrido en la primera temporada se mostraran por completo y adquirieran una sensación de "realidad establecida": el pueblo roden casi extinto por el asesinato de su reina, Arfloj repoblada, etc. Esta práctica nos dejó muy contentos, y la recomiendo absolutamente para quienes quieran jugar campañas largas.

En fin, eso fue todo. ¡Nos vemos el lunes con una reseña!

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