Cuentacuentos: La torre de hielo


A lo lejos, avistados a medias entre las mareas de viento helado, un manchón más oscuro que se mueve, se acerca: hombres marchando. Es raro ver algo que no sea azul aquí, y el aprendiz de mago lo nota. Como ha aprendido, busca en su libro de conjuros la respuesta. Abierto sobre el helado suelo, el libro nos permite entender por qué el aprendiz camina encorvado. Los entes que Cojbne manipula para hacer lo que corresponde a su profesión tienen su peso, evidentemente. También son muy ruidosos, y empiezan a poblar con sus voces y reclamos el paisaje.


El aprendiz, con gran dificultad entre los gritos cada vez más sonoros en lenguajes imposibles, aparta un rumor de voces de invasores de cuerpos, e invoca su ayuda. Cojbne todavía no está muy entrenado en contener lo que presiona por emerger de las páginas del libro, y cuando lo cierra siente que se salteó varios pasos del protocolo que le enseñó su maestro. No hay tiempo para tomar recaudos. Ahora es un guerrero, y ante sus ojos está la mítica torre de hielo, conteniendo las riquezas de cientos de reyes en sus entrañas, casi invisible para el que no creció en este paisaje. Matar al gran medio, saquearlo todo, volver a sus tierras con riqueza y gloria, luego seguir matando: la voz del soldado presiona por abrirse paso en la mente del aprendiz, que observa asustado la marcha silenciosa de decenas de hombres a su alrededor. Esta explosión de vigor le resulta novedosa a Cojbne, pero la logra dominar, e identifica al ser que guía esta marcha, un monstruo de gran altura y musculatura. Bastante cerca de él, descubre un anillo extraño que el rey lleva en su dedo índice, pero entretanto la torre ya está ante los invasores.

El asedio ha comenzado: varios comienzan a trepar, con la ayuda de garfios, por sus heladas paredes. La torre, silenciosa, parece invitar a los intrusos a saquearla. Hasta que empiezan a caer los primeros, presa de una furia y locura inhumanas, resultado esperable en un mortal al escuchar en su mente el canto de la torre. El aprendiz de mago, movido por la curiosidad, y el soldado, por la envidia, cortan de un preciso movimiento la mano del rey bárbaro, Khaalgalí, y se apoderan de un anillo que atrajo la atención de ambos. Corren, entre la confusión humana causada por el asedio, y alcanzan una entrada secreta a la torre justo a tiempo.

Aquí adentro todo parece más tranquilo, lo que un mago necesita para desentrañar las verdades del universo. Escaleras arriba, Saigón, el Gran Mago, observa desde lo alto a los invasores, preocupado. "Aquí estoy, maestro, a duras penas pude entrar." el mago, una gran túnica que por poco le impide caminar coronada de un pequeño rostro arrugado, quiere que c Cojbne salga de vuelta a buscar importante anillo que, llevado por el rey de estos bárbaros, les permite resistir los conjuros con que Saigón los ataca. La voz del soldado se vuelve a extender, como un virus, con el poder y la conquista como única idea. El aprendiz siente desde hace un tiempo que ya no necesita obedecer a nadie, pero otras voces ser imponen, y se ve a sí mismo mostrando la mano inerte y goteante del monstruo. Pronto están ambos frente a un brasero, recitando del libro, y con cada verso el calor aumenta en el cuerpo de Khaalgalí, hasta estallar él en llamas. Los invasores, dispersándose en todas direcciones, parecen hormigas desde la torre.


No todos los invasores han huido. Al entrar en la torre, Cojbne volvió a su antiguo cuerpo, pero un rumor lo acompañó. Eidsi, un ambicioso guerrero de las estepas del sur, toma el anillo del brasero y lo sostiene en su mano. El mago Cojbne, porque ya no es aprendiz, se erige, intimidante en su altura, y con feroces palabras anuncia que será a partir de este momento el custodio de la torre, y releva de su puesto a Saigón. La mayor parte de las batallas entre magos se definen en un intercambio de miradas y palabras, y pronto Saigón entiende que su lugar allí ha terminado, que ya no sirve a la torre.

Horas después, en la tranquilidad de los pisos inferiores, Cojbne, Eidsi, y otras voces, toman la Piedra Nodal, único tesoro allí, y emergen poco tiempo más tarde de las ruinas de la torre de hielo. La ambición les marca el camino, en su marcha hacia tierras menos inhóspitas, hacia los reinos humanos del sur.


Esto fue otra sesión con sistema improvisado, esta vez conmigo como jugador, si bien participé mucho en la creación de reglas. Usamos un sistema de pool de dados con rerolls, en el que la decisión de volver a tirar implicaba que una amenaza avanzaba cada vez más: en el caso de la sesión, las voces del libro, o la voz de Eidsi. No sé si es el paso de los años que me volvió cada vez más perezoso como GM, pero cada vez disfruto más de jugar sesiones improvisadas, inventando un sistema en el momento. Complicaciones personales me lo impidieron esta semana, pero la idea es continuar la campaña de ciberpunk, y en el proceso seguir desarrollando el juego.

Hasta el viernes!

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